viernes, 16 de julio de 2010

Mi piel

Mi piel habla, la tuya la escucha, la siente, la persigue ¿La comprende? No estoy muy segura. Las pieles, las nuestras o las suyas, se rozan, continuamente si pueden.
Algunas se escaman, otras se crispan, otras solo son suaves, y con su suavidad intentas asimilar lo que conlleva acariciarlas, las pieles, mi piel, o la suya.
Los juegos de palabras, los juegos en la cama, mi piel jugando con la tuya, a enredarse, a esconderse dentro de ella, hasta que la obligas a salir.
Había saltamontes que hacían cosquillas a mi piel, y la tuya, en concreto la de tus manos, aliviaba el picor.
El agua caliente hace que cambie de color, parece magia, y si aprieto mis uñas contra ella puedo ver lineas rojas en mi piel de nuevo blanca.
Mi piel es sensible a veces, es sensible cuando estoy sensible, cuando le doy permiso para sentir más de lo debido, aunque no siempre me obedece.
Es sensible en determinadas zonas, y a cada zona le encargo una misión, como si fueran soldaditos de plomo, la planta de los pies es la encargada de hacer reir con rabia, la zona de los muslos es la encargada de sentir como puede variar mi capacidad de reacción ( con tu piel), el vientre, alli hay una zona que es un poco libre, puede hacerme desde desear(te) más que nunca a unas timidas cosquillas. Hay algunas zonas que he decidido conectar con mi cerebro, algunas como el cuello, muy visible y otras más íntimas...
Mi piel, o la tuya, o la que tu quieras, abren y cierran sus poros como si se tratase de tener serias dudas, y nunca se deciden, como yo, como mi piel, o como ella.
Mi piel, busca caricias cuando no la miras, o más aún cuando la miras, que no cuando me miras.
Mi piel, solo mi piel, huele a mi.