domingo, 24 de julio de 2011


Heridas infantes en las rodillas,
en los codos.

Dolores de reir a carcaja limpia,
sin palabras manchadas,
sin lagrimas que las limpien.

Miradas ausentes,
y miradas penetrantes,
de ternura,
de pasión.

Caricias en la cara,
en la mia,
en la tuya,
nuestras.

Mi boca que recorre tus estrofas,
y las recita en silencio.

Mis dedos anudados en tu pelo,
que lo enredan,
que me enredan...y yo me dejo.


Se convierte en una trenza todo mi interior,
todo se me anuda,
cualquier extremidad.
Mi estómago se encoje,
se arruga cual guiño de la experiencia,
y me espabila mientras vomito mi intranquilidad,
mis dudas, y mi rabia.
Mi piel palidece, como si mi cuerpo llevase frio días,
y es pronto para el invierno, para dormirse.
La trenza se deshace, me deshago...


Desde la tormenta mas íntima de mis pensamientos emanan palabras sin sentido, esperando que las ordenen tus suspiros.
Truenos que me asustan y relámpagos que alumbran tu cara mientras me acurruco entre tus brazos, que se rompen como figuras de porcelana cuando grito.
Agua que llena mis pulmones mientras me sumerjo en mis miedos, en los tuyos, cada vez más hondo, hasta que el agua está tan oscura que me dejo ahogar.
Fuerte viento que me levanta por encima de los tejados, iglesias,azoteas, montañas y mares, que me sacude hasta despertarme de mi pesadilla más cruel.
Gotas de rocío me abren los ojos cuando amanece para ir a buscarte, antes de que tu despiertes, para que abras los ojos sobre mi vientre y vuelvas a dormir tranquilo...