jueves, 25 de diciembre de 2008


Ella estaba asomada a la ventana, como cada día, así que no me sorprendí lo más mínimo al ver que me dedicaba una sonrisa, una sonrisa más. Realmente, había perdido ya la cuenta de cuantas habían sido, pero no dejaba de encantarme aquel momento del día, es más, se que no podría vivir sin el. En ese momento, todos los días siento la misma sensación en el estómago, hambre.

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