
Eran solo caricias por debajo, sólo ellos las entendían,
y así querían que fuese, que calados hasta los huesos se dijeran
todo lo que les estaba pasando. Se pasaban el día prendidos a algo invisible,
a algo que no sabían muy bien como llamar.
Y desde entonces se dan la mano en silencio, y no se pueden soltar.
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