jueves, 25 de diciembre de 2008

papeles...

Si la veías de lejos solo te parecía un muruño de cartulinas negras, estropeadas, las sobras de algún collage de un niño de 6 años. Todo el mundo, invadido por la curiosidad se acercaba, a pesar de que a nadie les gustaba su aspecto desde lejos. Era muy extraño, a nadie le gustaba pero nadie era capaz de quedarse con las ganas de mirarla de cerca, inexplicable. Poco a poco la gente se daba cuenta de que no eran cartulinas negras, y mucho menos las sobras de ningún collage, ahora la veían como una hoja de periodico, de la que todos querían leer durante horas, conocían sus costumbres, su color de ojos, el de sus uñas, había un circulo de unas 47 personas a su alrededor. Un día dejaron de verla como a un periodico, ahora les parecía un diario, uno de esos que lees para hacerle chantaje a tu hermana mayor, ya no era un interés puro, ni emocionante. Ella se daba cuenta, e incluso deseaba volver a ser aquel muruño de cartulinas negras, pero lo pensó friamente y decidió que era hora de convertirse en un folio en blanco, bien limpio y estirado. Cogió su antigua agenda de telefonos y empezó a llamar a todos los hombres con plumas bonitas que había conocido en sus anteriores vidas. Quedaba con ellos, tomaban cafés, se daban masajes en los pies, infinadad de cosas. Al cabo de un tiempo, no tan alrgo como a los demás les parecía, ya no era un folio en blanco, estaba otra vez lleno de letras, de borrones provocados por lagrimas y por manchas de café. Todos volvían a mirarla con un interés puro, emocionante. Pero esta vez, antes de volver a convertirse en un diario útil tan solo para los chantajes, decidió convertirse en ceniza, y dejando a todos anonadados se prendió fuego, lentamente, y sin dejar de sonreir, ahora estaba satisfecha, a su vida no le quedaba ninguna línea en blanco, esta vez no.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alguien grita.
Es un desgarro como de niño sepultado bajo dos mil sordos naufragios de aguas rotas.

Autismos de sangre.

La sidra aborta a borbotones con sonido de cisternas rotas.
Colillas mojadas
revueltas con incienso, mirra
y unas gotas de Chanel Nº 5… Burbujas de oro.
Burbujas de rubia sangre. Porque Él vino.
El vino
virtiéndose al volver la esquina,
en cada alcantarilla, en cada Portal.
Ja - ja. Qué di-vertido.
Cánticos y risas. Debajo,
un barrizal de mantel pastoso,
más sangre y alcohol.
Ha nacido Cristo. Viva.

A su derredor, vasos de plástico rajados, bolsas vacías
y ese agrio olor que queda
cuando se va

lo demás.

Platos de usar y tirar, última cena.
Muruños con vistosos matices metálicos
galonan las aceras vivas.
Las aceras, vos, vos las aceras,
conducen ciegas, todas nos llevan,
se orientan, se postran, las aceras,
a la misma hora,
a todas las horas
de todas las vidas
de todas vosotras, nosotras, las aceras,
todas a una misma letanía, un canturreo sordo, en cualquier idioma indescifrable, repetido, todas jaculamos autómatas algún mascullar una
y otra, y otra y otra vez
grandes rebajas de El Corte Inglés.
Ja y rejá.