jueves, 25 de diciembre de 2008

calcetines verdes


Érase una vez una chica que siempre se ponía calcetines verdes, siempre, siempre, casi desde que nació, porque su mamá decía que así le ayudarían a tener esperanzas siempre en esta vida. Fueron pasando los años y la niña se hizo mayor, gastó miles y miles de pares de calcetines verdes pues ya estaba cerca sus 21. Un día, que no hacía ni frio ni calor entró en una tienda nueva que hacía esquina cerca de la casa de su abuelita, y se sorprendió al ver la cantidad de calcetines de colores que tenían expuestos, los había cortos, largos, con dibujos, con fenefas...todos los tipos de calcetines que nadie puede imaginar, sin pensárselo dos veces se compró dos pares: unos rojos y otros morados. Cuando llegó a su casa se los enseñó a su mamá que muy disgustada le dijo que no debía dejar de ponerse los calcetines verdes que tanto le habían ayudado. Aún así se los quitó y enseguida se puso uno rojo y otro morado, quería saber lo que se sentía con un pie de cada color, y ver si su madre tenía razón. Para que todos vieran su cambio se puso pantalones cortos y los calcetines casi hasta las rodillas, todo el mundo se giraba para mirarla y ella sonriente lo notaba y se ruborizaba. Nunca había sentido nada parecido, acostumbrada a tapar sus piernecitas con calcetines esperanzadores ahora se sentía apoderada por la pasión y la libertad y estaba dispuesta a enseñar las piernas más que nunca y a reir más que nunca. Volvió a su casa y tiró todos esos calcetines verdes protectores de su madre, y ahora cada día tiene un sentimiento nuevo, a veces los mezcla, y a veces sale en chanclas y no piensa en nada. Y colorín colorado este cuento sin sentido se ha acabado.

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