domingo, 2 de agosto de 2009


La niña tenia un cactus,
un cactus que pinchaba mucho.
Pero tenía un color tan brillante....
que no podía resistirse y lo tocaba,
y se pinchaba,
y sangraba,
y lloraba.
Con el tiempo aprendio a no tocar,
a resistirse,
a no sangrar,
y sobre todo, a no llorar.

4 comentarios:

Dara dijo...

La niña tendría que haberse comprado un girasol, que son brillantes y no pinchan.




miauenvespa

Nacho Vidal dijo...

¿y que fue del cactus?

Yun dijo...

al acactus que le den por el ojete!
hay millones de girasoles, margaritas...........:)
buen símil compi de pisop.

Fractured hand. dijo...

Yo no sé si podría resistirme a sus pinchazos, aunque me hicieran llorar..